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Mira dónde estoy. (Aquí, en tu risa), Mío.
Y tú puedes estar en otra ciudad, fumando cigarrillos que no prenden bien, o poniéndote un chaleco al revés sin querer, y ahí voy a estar, contigo. Estoy en el bolsillo de tu chaqueta, en las letras del libro de Cortázar que le regaló ese tipo a Noelia en 1967, que Noelia me vendió un otoño que no recuerdo, y que te presté para que leyeras cuando todavía era época de clases y nos juntábamos a la salida. Estoy en esas tardes de antes, caminando juntos, abrigados a medias, de la mano. Yo y mis diseños por hacer y tú y tus ensayos por escribir para el día siguiente. Estoy en el sillón esperando a que me sirvas un café, y el tuyo, más cargado. Estoy en las hojas rosadas y amarillas de la enredadera de tu casa, y durmiendo en tu cama en vacaciones, cuando todos los días parecen sábado. Estoy en las canciones que te doy, y te entrego una parte de mí, que incluye el sonido de tu risa y la mía. Te regalo mis melodías de acordes menores y mis gestos al cantar por la ventana del Tren. Y tú podrías tener un ataque de risa y yo me quedaría riendo contigo. Y hasta te he besado llorando feliz. Yo sé, yo podría llorar en tu pecho, y tú llorarías por mí. Y terminaríamos sonriendo hablando de los gatos y los sabores de los helados que pediremos en invierno. Estoy en los puntos seguidos, en las coma y en los acentos dieréticos. Estoy viéndote por la ventana, viniéndome a buscar en en Año Nuevo, cruzando todo Santiago para amanecer enero juntos. Estoy dándote besos en los ensayos, cuando tocas guitarra o piano, y me acerco, y sonríes. Y me quedor dormida a veces, y me despiertas, con otro beso más. Y abro los ojos, pero no hay diferencia, porque durmiendo o despierta, ahí estás tú. Estoy en los colores que nadie más puede ver, en las fotos que nadie ha tomado, excepto nosotros. Estoy corriendo para cruzar la calle rápido... Yo no cruzaba la calle con luz roja, y ahora corremos juntos. Te doy un beso, mientras me río, y veo atrás de ti un reloj en la Alameda que dice que son las once de la noche con tres minutos, y hay 21 grados de temperatura, todo esto es simultáneo a mientras te beso. Y tú me dejas en mi casa sin antes no haber fumado el último cigarro juntos, y llegas muy tarde a tu casa, pero no dormimos, porque estamos en el teléfono hasta las cuatro de la mañana. Los días deberían ser más largos, los días que estamos juntos. Y estoy invisible en tu cama, sientes mi olor antes de dormir. Y yo, ya no siento mi olor, sino el tuyo en mí. Porque estás, en cada letra que escribí, y en cada canción que escuche. Y estás en mis lápices de colores, y en mis manos y en el hoyito de mi boca, al lado derecho, cuando me río. Y tú me tocas la nariz, y me río. Y me abrazas y siento cómo late tu corazón bajo la camisa azul, y me abandono en tu cuerpo, y beso los botones, y tu boca perfecta. Estoy en tu camisa, en la chaqueta que compramos en Bandera y ayudé a elejir un día nublado. En las zapatillas que compramos juntos, en la 105 llegando a tu casa cuando yo quiera, dando mi último examen antes de salir de clases sabiendo que vas a estar esperándome afuera, en el pasto (haciendo agujeros con mi cigarro a una bolsa), en la micro, contigo, sentada siempre al lado de la ventana. En los árboles rojos de verano. En el servicio técnico de pianos. Estoy amándote, siempre. Estoy, siempre para ti.
...Siempre para ti.
Siempre mi amor...
(Te ama),
Beatriz.
Postdata: Felices 5, mi amor.
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